Crónica del Metro de la Ciudad de México: Línea 2.

Nos pusimos en marcha al metro de la Ciudad de México, a la línea 2 de San Cosme. Al llegar a la estación para cruzar toda la línea, entramos y observamos que ya se puede utilizar la tarjeta y hacer recargas en la taquilla. Estaba muy nerviosa por grabar en el metro, ya que no está permitido. En los videos se puede ver cómo me tiembla la mano. Tuve la suerte de que no había mucha gente, ya que era sábado en la mañana.

Al subirme al vagón de las mujeres, observé cómo amablemente le cedían los asientos a la gente mayor. Empecé a escuchar cómo una mujer comenzó a vender chocolates a 5 pesos, pasando con una gran bolsa y con un compañero que vendía dulces. Observé cómo la gente sí le compraba y ella se iba pasando entre vagones.

Luego, en la estación de Bellas Artes había muchísima gente. Durante el trayecto, se subió otra persona a vender unos accesorios de patitos. La gente come en el metro y se ve que van cómodas. Al estar grabando y tomando fotos, la gente se me quedaba viendo feo o de manera muy sospechosa, haciendo que tuviera que guardar el teléfono.

Al regresar a San Cosme, observé cómo al salir del metro, como no hay escaleras eléctricas, las personas con discapacidad no podían subir. Al ir hacia las puertas que dan a la calle, había gente vendiendo artesanías y pidiendo dinero. Al salir a la calle, observé que había puestos de periódicos y de comida.

El viaje en el metro es, sin duda, un reflejo de la vida cotidiana en la ciudad, donde la solidaridad y el comercio ambulante conviven en un espacio tan reducido, creando una atmósfera única que, a pesar de los nervios, me dejó una gran experiencia.

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